AMBIENTE: APORTES PARA UNA LECTURA DESDE LAS CIENCIAS SOCIALES

Hannia Franceschi Barraza*

Resumen

Este ensayo deriva de reflexiones docentes surgidas de la participación en comités asesores de trabajos finales de graduación, en el nivel de licenciatura de la carrera de Trabajo Social, así como en cursos y tesis de posgrado de la maestría en Desarrollo Sostenible, experiencias que tienen en común la vinculación entre materias relacionadas con la sociedad (Ciencias Sociales) y la naturaleza (medio ambiente)1.

El propósito es generar un cuestionamiento de las formas de provocar rupturas entre categorías que no están disociadas, entre ellas, ambiente y sociedad; por eso plantea un llamado a que percibamos y actuemos ante el ambiente como una categoría transdisciplinaria.

Descriptores: ambiente, sociedad, biocentrismo, antropocentrismo.

* Docente e investigadora en la carrera de Trabajo Social, Programa de Investigación en Desarrollo Regional y en la Maestría en Desarrollo Sostenible, Sistema de Estudios de Posgrado, Sede de Occidente, UCR.

¹ Este ensayo se presentó originalmente como ponencia fue expuesta en las jornadas de celebración de los diez años de la maestría en Desarrollo Sostenible, sede de occidente, Universidad de Costa Rica, San Ramón de Alajuela, el 19 de setiembre de 2013.

Recibido: 12 de agosto, 2019 Aceptado: 9 de octubre,2019

The environment: contributions for social science reading

Hannia Franceschi Barraza*

This paper is derived from the reflections of academics that arose from participation on advisory committees for final graduation projects, at the licentiate level of the Social Work degree, and from courses and post graduate thesis for Masters in Sustainable Development. The common factor in these experiences is the link between society-related topics (Social Sciences) and nature-related topics. (environmental)1.

The purpose is to question how the gaps between the categories that are not dissociated are caused. These include, among others, the environment and society. Accordingly, it urges us us to perceive and and take environmental actions as a trans-disciplinary category.

Kew words: environment, society, bio centrism, anthropocentrism.

* Professor and Researcher in the field of Social Work, Regional Development Research Program and Masters degree in Sustainable Development, System for Post Graduate Studies, Western Campus, UCR.

¹ This paper was originally presented as a talk, presented at the daily events to celebrate ten years of the Sustainable Development Masters Program, Western Campus, University of Costa Rica, San Ramon, Alajuela, September 19, 2013.

Received: August 12, 2019 Accepted: October 9, 2019

Introducción

¿Somos parte de la naturaleza o estamos fuera de ella?

La pregunta es clave para referirnos a dos perspectivas en la relación seres humanos-naturaleza: el biocentrismo y el antroprocentrismo.

Si somos parte de la naturaleza buscaremos vincularnos a ella para convivir y protegernos mutuamente. Si estamos fuera de la naturaleza, la usaremos con propósitos de consumo o lucrativos, o diremos que la tenemos que proteger (como si ella no nos diera cobijo y alimento).

Como ejemplo de esta posición, podemos citar dos enfoques que están presentes en las concepciones que se plantean en asuntos ambientales: a- lo salvaje, lo primitivo, la barbarie, que debe ser domada por la civilización, la modernidad y la ciencia. Esta perspectiva concibe un uso depredador, extractivo de los recursos naturales para la producción económica, situación evidente en la industria forestal, en la pesca industrial y en la minera metálica, entre otros. Esas prácticas extractivas ocultan sus profundos impactos en los ecosistemas frágiles, ante los que, acciones estatales y privadas han planteado, generalmente, medidas de mitigación. b- La reserva de lo bello y lo bueno, el espacio de la salud, de la vida integral. Cuando se relaciona esta visión del paisaje natural con negocios lucrativos (sobre todo de gran magnitud), se podría incurrir en posiciones utilitaristas, de provecho económico para los dueños de grandes capitales que invierten en negocios relacionados con el ambiente natural (Moura, 2003, 95-99).

Los dos enfoques pueden conducir a posiciones antropocéntricas en las que predominan los intereses humanos sobre la naturaleza. Además, existe un afán de lucro en ambas concepciones, pues visualizan a la naturaleza como negocio, lo que provoca la captación de utilidades por parte de los sectores y de los actores con mayor poderío económico-político.

El ambiente es una cuestión transdisciplinaria, tan compleja que trasciende cada ciencia o disciplina científica particular. No es un asunto biológico, económico, sociocultural, político, ético, sino que contiene elementos de todas esas áreas. Es una construcción del pensamiento: algunas personas lo distinguirán con signo de colones, dólares, o la moneda que les corresponde; otros, de acuerdo con su perspectiva, percibirán la exuberancia del bosque para su disfrute, otros pensarán en los ecosistemas que están en el litoral costero (manglares, humedales, etc.).

Perspectivas sobre el ambiente: para ejemplificar la forma en que nos relacionamos con el ambiente, refiero a un estudio cuantitativo realizado en el 2010 y publicado en la Revista de Ciencias Sociales [(III)-2012], de Martín Solís Salazar, donde describe la conducta pro ambiental de la población costarricense. Aplicó 1 200 entrevistas telefónicas a personas mayores de 17 años donde menciona las acciones cotidianas proambientales y encuentra que se realizan en forma mayoritaria:

Apagar luces encendidas cuando nadie las está usando: 81. 7 %

Apagar luces en la noche cuando se sale de las habitaciones: 79. 2 %

Cerrar el tubo del baño mientras se cepilla los dientes: 79. 2 %

Cerrar el tubo del baño mientras se enjabona: 62.6 %. (2012,96).

Contrastan con estas acciones otras que nunca se realizan: el 44 % deja electrodomésticos enchufados después de usarlos y el 13 % deja electrodomésticos encendidos sin usar (Solís, 2012,96).

Cuando se les preguntó sobre las razones por las cuales no siempre realizan acciones a favor del ambiente, la respuesta más frecuente fue “la ausencia de costumbre”: entre 24% 8 % y 61.6 %. (Solís, 2012, 98). Además, algunos de los entrevistados respondieron que el contexto no ayuda, pues no hay lugares donde dejar los desechos ni se informa dónde comprar productos amigables con el ambiente. En la encuesta se indagó, también, cuál era el compromiso ambiental, cerca del 20 % de las personas entrevistadas (238 de 1200) se habían dado cuenta de que alguien estaba contaminando o destruyendo la naturaleza sin ningún control, pero solo el 45 % había puesto una denuncia (Solís, 2012, 100). No faltaron quienes expresaron que realizar las acciones pro ambiente genera algún inconveniente: entre ellos, falta de tiempo para plantear las denuncias. En las conclusiones el autor plantea que explicar la conducta ambiental no tiene un único factor causal, sino que hay diferentes enfoques y teorías, y recomienda relacionar, en forma directa, la influencia del modelo económico, la dinámica de la vida de las personas y el individualismo sobre la conducta ambiental (Solís, 2012,103).

Otro ejemplo de la importancia e influencia que tienen las percepciones ambientales sobre el comportamiento humano es el manejo de desechos de los procesos productivos: los procesos de producción artesanal primaria de bienes y servicios generan desechos sólidos y líquidos que, si no se disponen adecuadamente, contaminan las aguas, el suelo y el aire. Sin embargo, si no analizamos las percepciones socioculturales sobre los residuos, si se conciben como basura o como desechos susceptibles de reutilizar o de reciclar, no nos preocupará su disposición. Contrariamente, si se conciben como desechos, preocupa su destino final, si atentan contra la calidad de vida de seres humanos y naturaleza, en zonas rurales y urbanas y que, por tanto, requieren de un tratamiento adecuado, que no impacte en forma desmedida los procesos sociales y naturales, relacionados con las condiciones de vida de poblaciones humanas (Rojas, 2009; Capítulo IV).

¿Cuán profundo y sólido es nuestro comportamiento ambiental? ¿Hasta qué punto somos consecuentemente “verdes” o, por qué somos verdes?

Hasta hace unas dos o tres décadas separábamos en nuestro pensamiento el ambiente de la lógica de producción y de consumo y, además, concebíamos que no se relacionaba con las políticas públicas ni con la economía; de allí la importancia de proponer, ahora, nuevos enfoques explicativos e interpretativos.

Actualmente contamos con algunos aportes desde las Ciencias Sociales, que han dado como resultado un nuevo pensamiento acerca de lo ambiental en América Latina, con planteamientos de autores como Leff, quien nos dice que:

Implica repensar toda la historia del mundo a partir de la escisión entre el ser como ente, del “error platónico” que dio falsos fundamentos a la civilización occidental: que engendró la ciencia moderna como dominación de la naturaleza; que produjo la economización del mundo e implantó la ley globalizadora y totalizadora del mercado (2003; 9).

A continuación, se sintetizan tres aproximaciones explicativas sobre el ambiente:

a) La diversidad de los verdes: los enfoques de sustentabilidad de Gudynas

Un sólido aporte es el del Centro de Ecología Social (Claes) de Uruguay, coordinado por Eduardo Gudynas, quien nos brinda una perspectiva explicativa de lo complejo que es acercarse al desarrollo sostenible:

Se observan distintos alcances y matices en las relaciones seres humanos-naturaleza, de manera que los dos primeros: sustentabilidad débil y fuerte se mueven en los límites sistémicos, mientras la sustentabilidad súper fuerte implica un cambio del paradigma prevaleciente, e incorpora otras perspectivas sobre la naturaleza, otras concepciones de desarrollo y otros saberes, no solo el científico.

b) La perspectiva de los bienes comunes

Otra perspectiva explicativa para el abordaje de lo ambiental desde las Ciencias Sociales es la Teoría de los bienes comunes. Esta es “una vertiente explicativa para analizar los conflictos provocados por la apropiación de los recursos comunes de la sociedad y, por lo tanto, de la humanidad”.

Según el Foro Internacional sobre la globalización, hay tres tipos de bienes comunes:

- agua, tierra, aire, bosques, reservas de peces, aquellos recursos biológicos de los cuales depende la vida de la humanidad.

- la cultura y el conocimiento, o sea, “las creaciones colectivas de nuestra especie”.

- bienes comunes sociales, acceso público a la salud, educación y seguridad social (Gutiérrez y Mora, 129).

¿Por qué interesa el debate de los bienes comunes? Cuando se convirtieron en recursos con objetivos lucrativos, cuando “en la lógica del modelo económico neoliberal, los valores de inclusión, propiedad colectiva y capital comunitario fueron sustituidos por valores de exclusión, posesión, monopolio y lucro personal o empresarial, elevados por el sector privado” (Gutiérrez y Mora, 133).

La discusión de los bienes comunes adquiere relevancia cuando en la época del libre comercio, de la apertura comercial, todo objeto o bien es transable en el mercado. Es así como en el modelo de desarrollo vigente en muchos de nuestros países, extractivo y depredador, se considera la naturaleza como otra mercancía para capitalizar, como lo concibe Gudynas:

La mercantilización (commodification) de la naturaleza avanza al fragmentarla en los llamados “bienes y servicios ambientales” y en distintas mercaderías para insertarla en los procesos productivos. Los componentes de los ecosistemas, sean especies de fauna o flora o, incluso, sus genes o sus ciclos ecológicos, se convierten en mercancías sujetas a las reglas del comercio, que pueden tener dueños y valor económico (2010; 62).

La perspectiva de los bienes comunes aporta una vertiente esperanzadora que guarda relación con asumirlos como bienes colectivos, como propiedad común de la población y, por tanto, con acceso abierto a toda la ciudadanía. Lo anterior se fundamenta en una concepción, como lo argumenta (Vercelli, 2006:55) cuando señala: “estos bienes nacen en comunidad y su objetivo es heredarlos a generaciones futuras, tal y como han sido heredados a la generación que actualmente los utiliza, transmitidos en situación de comunidad…” (Gutiérrez y Mora, 139).

Elemento

Sustentabilidad débil

Sustentabilidad fuerte

Sustentabilidad súper fuerte

Desarrollo

Crecimiento material

Crec.material y

bienestar

social

Calidad de vida

Calidad ecológica

Naturaleza

Capital natural

Capital natural crítico

Patrimonio natural

Perspectiva sobre

la Naturaleza

Antropocéntrica

Antropocéntrica

Bio céntrica

Actores

Consumidores

Consumidores y

ciudadanos

Ciudadanos y

ciudadanas

Saber científico

Conocimiento

privilegiado

Conocimiento

privilegiado

Plurales

conocimientos

Otros saberes

Ignorados

Minimizados

Incorporados y

respetados

Versión resumida de (Gudynas, E., 2004,243.)

Un dilema que se le presenta a la perspectiva teórica de los bienes comunes es “vislumbrar cuáles características son necesarias para mantener el equilibrio entre el uso del bien y la supervivencia de este” (Gutiérrez y Mora, 139). Eso implica definir límites, derivados de la concepción de ciencia, de desarrollo, de saberes científicos y saberes ecológicos, los cuales permitirían definir hasta dónde se establecen las capacidades de carga o de uso de los bienes naturales.

c) Hacia la utopía: los aportes de Leonardo Boff

Coincidiendo con Enrique Leff, el autor brasileño nos plantea la crisis del paradigma de la civilización (occidental) que ha desencadenado la crisis ecológica contemporánea. Nos anuncia el surgimiento del nuevo paradigma de la comunidad planetaria, definido como “una nueva forma de comunicación dialogal con la totalidad de los seres y sus relaciones. Esto no implica que haya desaparecido “el paradigma clásico de las ciencias con sus famosos dualismos como la división del mundo entre material y espiritual, la separación entre naturaleza y cultura, entre ser humano y mundo, razón y emoción, femenino y masculino, Dios y mundo y la atomización de los saberes científicos” (Boff, 54).

Lo anterior se expresa en una nueva sensibilización hacia el planeta, en cuanto totalidad (Boff, 2011, 54).

Algunas de las características del paradigma naciente son:

a- Totalidad /diversidad: sintetizar, superar las disociaciones, propiciar visiones holísticas, en las que las diversidades se interrelacionan orgánicamente.

b- Interdependencia/ religación (autonomía relativa: todos los seres están interligados, necesitan uno del otro para existir. Se requiere una solidaridad cósmica de base.

c- Destino común/personal: tenemos un origen común y por eso estamos inter relacionados en un futuro común. Ningún ser se entiende por sí mismo, sin el ecosistema. Sin embargo, cada ser es único:

d- “Bien común, cósmico, bien común particular: el bien común no es algo exclusivamente humano sino de toda la comunidad cósmica. El bien común particular surge a partir de la sintonía y sinergia con la dinámica del bien común planetario y universal (Boff,2011, 85).

e. Actitud holística ecológica/negación del antropocentrismo: hacia la pan relacionalidad y la religazón con todo, ayuda a superar el antropocentrismo histórico y a que seamos cada vez más singulares, más solidarios, complementarios y creadores (Boff, 2011,86).

Esta propuesta de Boof nos interpela sobre una nueva forma de interpretar nuestras relaciones con la naturaleza, donde desaparecen los comportamientos individuales para darle espacio a una forma de interrelacionarnos con ecosistemas, de los cuales los humanos formaríamos parte, al igual que otros seres vivos y no vivos.

Conclusión

Los aportes de distintas perspectivas de las Ciencias Sociales y humanas nos colocan ante una visión transdisciplinaria del ambiente. La comprensión de la relación naturaleza –sociedad no está dada, es una construcción humana, que implica revisar cómo nos situamos en el planeta Tierra en relación con los otros-as, incluida la naturaleza.

El ambiente es una cuestión transdisciplinaria, tan compleja que trasciende cada ciencia o disciplina científica particular. No es un asunto biológico, económico, sociocultural, político, ético, integra un poco de todo.

La comprensión del ambiente supone, también, revisar si lo que buscamos es hacer uso con propósitos de crecimiento económico ligado al consumo de materia y energía como sinónimo de felicidad o, más bien, pretendemos acercarnos a la utopía de una calidad de vida integral, impulsada por sujetos sociales que se construyen y reconstruyen desde los espacios comunitarios, con enfoques relacionales (no aislados). Estos últimos incluyen no solo los saberes científicos y tecnológicos creados en los grandes centros de poder económico y político del mundo (del norte casi siempre), sino los saberes ancestrales y populares, gestados colectivamente por personas que no reclaman propiedad intelectual ni patentes.

.

Bibliografía citada

Boof, Leonardo. (2011). “La era ecológica: el retorno a la Tierra como la patria/matria común”. En: Cambio climático y sostenibilidad. Guatemala: Universidad de San Carlos.

Gudynas, Eduardo. 2004. Ecología, economía y ética del desarrollo sostenible. Montevideo (Uruguay): Centro Latinoamericano de Ecología Social (Claes).

Gutiérrez, Ana Lucía; Mora, Flavio (2011). “El grito de los bienes comunes. ¿Qué son? ¿Qué nos aportan?”. Revista de Ciencias Sociales. Universidad de Costa Rica (131-321) Vol. I-III.

Leff, Enrique. (2003). “Pensar la complejidad ambiental” en Enrique Leff (coord.) La complejidad ambiental. México: Siglo XXI Editores.

Moura, Isabel. (2003). “Los sentidos de lo ambiental. La contribución de la hermenéutica a la pedagogía de la complejidad” en Enrique Leff (coord). La complejidad ambiental. México: Siglo XXI Editores.

Solís Salazar, Martin. (2012). Percepciones sobre algunas conductas ambientales cotidianas de la población costarricense. Revista de Ciencias Sociales. (Vol. 37.III-2012).

Rojas, Rosibel. (2009). Participación social en la gestión para el manejo de los residuos sólidos en el cantón de Los Chiles de Alajuela. Memoria de proyecto de graduación de licenciatura en Trabajo Social. Universidad de Costa Rica, Sede de Occidente.