REALIDADES INVISIBILIZADAS: UN ESTADO DE LA CUESTIÓN ACERCA DEL TEMA DE MATERNIDADES Y ADICCIONES DESDE EL TRABAJO SOCIAL 1

Ana Paula Arias Alpízar 2

Katherinne Masís Alfaro3

Porque hay una historia que no está en

la historia y solo se puede rescatar escuchando

el susurro de las mujeres (Rosa Montero, 1995).

Resumen

El artículo surge como parte de la investigación “Un estudio de las condiciones socio materiales de vida de mujeres madres que enfrentaron procesos especiales de protección por dependencia a sustancias psicoactivas, residentes en San Ramón”. Tiene como objetivos problematizar en torno a la realidad de las mujeres madres consumidoras de sustancias psicoactivas y analizar la actuación del Estado en el tratamiento del binomio maternidad-adicciones. Se desarrolló una búsqueda bibliográfica, de la cual se seleccionaron 14 estudios científicos que permitieran establecer la correlación de variables para aproximarse al fenómeno. Se identificó una escasez de investigaciones acerca de mujeres madres en adicción y se evidenció un vacío epistemológico y ontológico desde la academia. Las principales conclusiones apuntan al reconocimiento de las condiciones sociomateriales como un determinante clave en la vida de las mujeres; la maternidad como un constructo social generador de un modelo de maternidad hegemónico; la reiteración de los discursos conservadores desde la institucionalidad y la desatención estatal en relación con el fenómeno.

Descriptores: maternidad, adicciones, mujeres, patriarcado, intervención estatal.

1 El artículo surge como parte de la investigación Un estudio de las condiciones socio materiales de vida de mujeres madres que enfrentaron Procesos especiales de protección por dependencia a sustancias psicoactivas, residentes en San Ramón.

2 Universidad de Costa Rica, Sede de Occidente. Bachiller en Trabajo Social. Tesiaria de licenciatura en Trabajo Social.

3 Universidad de Costa Rica, Sede de Occidente. Bachiller en Trabajo Social. Tesiaria de licenciatura en Trabajo Social.

Recibido: 6-8-2020 Aceptado: 25-11-2020

INVISIBILIZED REALITIES: SITUATION REGARDING THE QUESTION ON ISSUES OF MOTHERHOOD AND ADDICTIONS, FROM A SOCIAL WORK APPROACH1

Ana Paula Arias Alpízar 2

Katherinne Masís Alfaro3

Because there is a story unrecorded by

history and that can be rescued only by listening

the whisper of women (Rosa Montero, 1995).

Summary

This article arises as part of the research titled, “A Study on the Socio-Material Living Conditions of Mothers Who Faced Special Protection Processes due to Dependence on Psychoactive Substances, Residents of San Ramón.”

Its objectives are to question the reality of mothers who consume psychoactive substances, and to analyze the State’s performance in the treatment of the motherhood-addiction binomial. This study was developed based on a bibliographic search, from which 14 scientific articles were selected to allow for establishing a correlation of variables to approach knowledge regarding this phenomenon.

A paucity of research was identified on mothers in addiction, and an epistemological and ontological void in academia was evidenced. Primary conclusions point toward the recognition of socio-material conditions as a key determinant in women’s lives; motherhood as a social construct that generates a hegemonic model of motherhood; the reiteration of conservative discourses from an institutional framework; and the State’s neglect with regard to this phenomenon.

Descriptors: Motherhood, Addictions, Women, Patriarchy, State Intervention

¹ This article arises as a part of the research titled, A Study on the Socio-Material Living Conditions of Mothers Who Faced Special Protection Processes due to Dependence on Psychoactive Substances, Residents of San Ramón.

2 University of Costa Rica, West Campus. Bachelor of Social Work. Bachelor’s Degree Thesis in Social Work.

3 University of Costa Rica, West Campus. Bachelor of Social Work. Bachelor’s Degree Thesis in Social Work.

Received: August 6, 2020 Accepted: November 25, 2020

Introducción

El contexto sociohistórico nos exhorta a seguir escribiendo acerca de las múltiples y complejas realidades que condicionan la vida de las mujeres y que las sitúa en una posición de subordinación, porque el ideal de su accionar está en función de “las y los otros”. Se les atribuyen características que determinan el rol que deben asumir en la sociedad y, a partir de esas concepciones que generalmente implican parámetros morales, se las cataloga como una “buena” o “mala” mujer.

La reproducción ideológica de los discursos que etiquetan a la población femenina suponen una especial predisposición cuando se hace referencia a la maternidad, pues, en su condición de madres, deben de priorizar el bienestar de sus hijas o hijos aun cuando sea casi imposible hacerlo.

Como parte de esa relación materno filial, las mujeres empobrecidas que mantienen dependencia a sustancias psicoactivas se encuentran expuestas a situaciones más complejas, pues en razón de su enfermedad se cuestiona su capacidad de asumir el rol materno y, por lo tanto, son sometidas a procesos legales para legitimar su derecho a la guarda crianza y educación de las y los menores de edad que tienen a su cargo.

Esta manifestación de violencia se materializa mediante el discurso oficial que deposita en las mujeres la responsabilidad de demostrar estabilidad emocional y económica para “recuperar” a sus hijas o hijos; sin embargo, no se le brindan las condiciones para hacerlo, se oculta la desigualdad estructural de género y clase que define los medios sociales y materiales de la vida de las mujeres, pues les exige adecuarse a lo que se ha socializado como correcto.

Por tanto, las intervenciones institucionales se convierten en mecanismos de control de las madres, y fortalecen los supuestos de la división socio-sexual establecida en el sistema patriarcal-capitalista operante. De esta manera, se denota un desafío ético, pues cuando el Estado exige el cumplimiento de ciertas medidas, demuestra un rol revictimizador que confronta las condiciones socio materiales de vida de las mujeres, la maternidad y las adicciones.

A raíz del fenómeno descrito, surge el interés por reflexionar en torno de la realidad de las mujeres madres consumidoras de sustancias psicoactivas, además de analizar la actuación del Estado en el tratamiento del binomio maternidad-adicciones.

Este artículo es parte de una investigación en proceso realizada por dos estudiantes de la Universidad de Costa Rica, sede de Occidente, para optar por el grado de licenciatura en la carrera de Trabajo Social.

Metodología

Esta investigación se desarrolla a partir de una búsqueda bibliográfica exhaustiva, tanto en el ámbito nacional como en el internacional; se revisaron aproximadamente 32 estudios, de los que se seleccionaron 14, los que destacaban diversas perspectivas y metodologías que permitían correlacionar variables para aproximarse al fenómeno: mujeres madres en condición de adicción. Se determinó que esta problemática ha sido poco documentada. En el siguiente gráfico se muestra el porcentaje de las consultas realizadas.

Gráfico 1

Consultas bibliográficas

La revisión documental permitió obtener un panorama general acerca de las discusiones realizadas sobre el binomio maternidad-adicciones, porque a partir del texto se genera una investigación más amplia, e interesaba fundamentar la pertinencia del estudio y evaluar los posibles aportes que se harían al debate del fenómeno en cuestión.

En cuanto a la primera categoría, maternidad, se delimitó un periodo de búsqueda comprendido entre el 2005 y el 2018 con estudios desarrollados en las áreas que se detallan en el siguiente gráfico

Gráfico 2

Área de estudio de las investigaciones reportadas sobre la categoría de maternidad

Fuente: elaboración de las autoras, 2020

Fuente: elaboración de las autoras, 2020

Las fuentes bibliográficas fueron recabadas en centros de investigación como la Universidad de Costa Rica, sede de Occidente y sede Rodrigo Facio, Universidad Alberto Hurtado en Santiago de Chile, Instituto Nacional de Perinatología Isidro Espinosa de los Reyes en México, Pontificia Universidad Javeriana en Colombia, Universidad Autónoma de Puebla en México y Universidad Complutense de Madrid, España.

En relación con las poblaciones objeto de estudio, se investigó a mujeres madres estudiantes, en adicción, víctimas de violencia intrafamiliar, embarazadas con consumo activo de sustancias psicoactivas, involucradas en procesos de adopción para sus hijos y privadas de libertad.

Además, para la categoría de adicciones se utilizaron estudios que comprenden un periodo que oscila entre el 2006 y el 2015, realizados específicamente en la Universidad Autónoma de México, en la Universidad Alberto Hurtado de Chile, en la Universidad de Huelva de España y en la Universidad de Costa Rica.

En estos estudios el objeto de estudio, en general, fueron adolescentes, personas en condición de marginalidad, adultas que hubieran pasado por procesos de internamiento, mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, mujeres privadas de libertad y profesionales que laboraron en centros de atención a personas con consumo problemático. El gráfico que se muestra a continuación expone las áreas de estudio de las investigaciones reportadas en la categoría de adicciones.

Gráfico 3

Áreas de estudio de las investigaciones reportadas sobre la categoría de adicciones

El análisis de la información recolectada se realizó a partir de una lectura en clave feminista, pues se pretendía develar la realidad de las mujeres en una sociedad patriarcal-capitalista.

Fuente: elaboración de las autoras, 2020

Acercamiento a la situación: consultas bibliográficas sobre maternidad y adicciones

Este artículo recupera aportes y reflexiones de investigaciones que se refieren a la complejidad de los condicionantes a los que se enfrentan las mujeres madres.

En los estudios destacados se señala a Cabrera, Huertas, Rodríguez y Sánchez (2005) quienes orientan la discusión hacia las representaciones sociales de la maternidad y la entrega de sus hijos en adopción. Su investigación trabajó con seis madres inscritas en el programa de la fundación Los Pisingos en Colombia, que brinda atención a mujeres que estuvieron considerando la opción de dar a su hijo o hija en adopción.

El trabajo fue de carácter descriptivo, razón por la cual la información fue procesada mediante la trascripción de textos. Por la complejidad del estudio, el proceso de ejecución se desarrolló en cinco fases que estuvieron bajo la asesoría permanente de un psicólogo social.

Los resultados obtenidos durante el proceso de análisis revelan que las mujeres participantes, en su totalidad, manifestaron que no deseaban estar embarazadas en el momento en que lo estuvieron, esto asociado a que sus proyectos de vida no incluían agregar un hijo o una hija. De igual manera, las mujeres expresaron que no tenían la capacidad emocional ni económica para asumir el rol materno de acuerdo con el perfil que la sociedad ha establecido.

Además, Cabrera, et al (2005) mencionan los factores externos como un estresante significativo, se refieren especialmente a la carga emocional que generan los estigmas y juicios de valor que la sociedad manifiesta en relación con las mujeres que se niegan a ser madres o a dar a sus hijas o hijos en adopción. Hecho que sostiene el imaginario de que el acto de dar que desean dar las y los menores en adopción debe de ser silenciado.

En concordancia con lo anterior Arroyo, Canseco, Castillo y Belmont (2012) presentaron su investigación en México en torno de la correlación existente entre las madres adictas y el crecimiento y desarrollo de sus hijas o hijos en los primeros seis meses de vida.

El objetivo del trabajo era conocer la concentración de marihuana, cocaína, benzodiacepinas y morfina presente en sangre materna, cordón umbilical y leche materna por medio de la prueba de Amiel-Tison, en un grupo de madres adictas, atendidas en el Instituto Nacional de Perinatología en el periodo comprendido entre el 1º de agosto de 2006 y el 31 de julio de 2008, además, evaluaron mensualmente el crecimiento y desarrollo neuromotor de sus hijos.

Para cumplir sus propósitos el grupo de investigadores desarrolló un estudio observacional, prospectivo y longitudinal del binomio (madre-hijo) en 54 pacientes con edades entre los 19 y los 29 años de edad, con antecedentes de consumo de drogas durante el embarazo o en el año anterior a él, así como en los casos en los que las parejas sexuales de las madres eran adictas.

El análisis reveló que se consumían dos o más drogas, la combinación más frecuente era cocaína y marihuana; no se reportó ningún caso de síndrome de abstinencia. Además, se mencionó que no hubo alteraciones en el proceso de crecimiento del infante, y que el desarrollo neurológico había sido normal en el 85.2 % de los casos durante el seguimiento realizado hasta los seis meses de vida (Arroyo, et al, 2012).

Sumado a lo anterior, en Costa Rica, Rojas (2015) indagó acerca de las implicaciones de la maternidad durante la permanencia de las estudiantes madres en el ámbito académico de la Universidad de Costa Rica. Para realizar el estudio implementó una metodología de tipo cualitativo, basada en el enfoque feminista, como fuente de información trabajó con cinco mujeres que tenían edades entre los 23 y los 31 años, ellas fueron ubicadas en el grupo de estudiantes madres de la sede de Occidente (GEMSO).

Producto del trabajo realizado en entrevistas con las estudiantes madres, la investigación determinó que la edad promedio de las mujeres, al concebir a su primer hijo o hija, rondaba los 20 - 22 años, edad en la que esta población estaba estudiando, por lo que la maternidad resultaba un determinante en la vida personal, académica y, en consecuencia, profesional de las mujeres.

Esta situación evidenció la existencia de una fuerte presión social hacia las estudiantes madres por ejercer el rol tradicional de madre-esposa, debido a que se concebía a la maternidad como un deber inherente a las mujeres, a partir del contexto patriarcal y androcéntrico que permea a la sociedad. Lo anterior posibilita el reconocimiento de los agentes socializadores: familia, iglesia y sistema educativo, pues ellos inciden en la construcción de la identidad femenina.

Este estudio también reflexiona sobre los conceptos de “deber ser” y la expresión de “buena madre” impuestos por el rol tradicional de género, pues se muestra que las estudiantes madres deben dejar de vivir para sí mismas al “tener” que sacrificar su realización personal, para vivir-para-los otros, porque, de lo contrario, se exponen a la discriminación y exclusión de las demás personas, así como a la violencia de género que permea los espacios universitarios.

En definitiva, las evidencias recolectadas sobre la realidad de las estudiantes madres, denotan la ausencia de la corresponsabilidad en el cuido de los menores por parte de la figura masculina, y del Estado, lo cual incide en que se genere una maternidad intensiva, porque se exige a la estudiante madre cumplir, casi de forma exclusiva, con la triple labor de estudiante-madre-esposa, además del recargo propio de las labores del cuido, lo que repercute en el retiro de cursos o en la ausencia generalizada.

Sánchez (2016a) reconstruyó las mediaciones que repercutían en los servicios de atención brindados a las mujeres madres en situación de dependencia a drogas, por parte de dos organizaciones no gubernamentales de Costa Rica con el propósito de identificar las expresiones que se configuraban en estos escenarios a partir de la condición genérica, el rol materno y la situación de dependencia a las drogas de esta población.

El trabajo recuperó las voces de seis mujeres madres, consideradas adultas jóvenes y adultas, demandantes de los servicios de atención brindados por las dos ONG objeto de estudio, por medio de entrevistas a profundidad, entrevistas semiestructuradas, y una exhaustiva revisión bibliográfica.

Entre los principales hallazgos y conclusiones, Sánchez (2016a) destacó que el fenómeno de las adicciones representaba un hecho multicausal, en el que mediaban intereses económicos y políticos, porque las drogas eran concebidas como una mercancía. De esta manera se invisibilizaban otros factores que influían en la problemática. Lo anterior provocaba que las situaciones de vida de las mujeres fueran descontextualizadas, pues se les atribuía la responsabilidad y la culpa por la condición en la que se encontraban, situación que ocultaba las causas estructurales que producían ese fenómeno.

Además, la autora indica que ante la estructura ideológico-cultural dominante, las experiencias de estas mujeres representaban una violación al ordenamiento, los mandatos y roles que social e históricamente se han impuesto a cada sexo; en razón de que el consumo de drogas significa un obstáculo para que estas mujeres cumplan su tarea de cuido y crianza; de ahí que son más señaladas y censuradas socialmente, porque se les considera “incompetentes” por no poder desempeñar de la manera “correcta” los mandatos sociales asignados a su género.

Para finalizar, Sánchez (2016a) recalca que los servicios de atención prestados por las ONG, a las mujeres-madres en situación de dependencia a drogas se encuentran mediados por una serie de contradicciones estructurales; por un lado, a las mujeres se les exige el ejercicio de la maternidad, pero, contrariamente, en el accionar de las organizaciones se identifica una débil intervención, puesto que se les castiga, culpabiliza y estigmatiza por no “ser una buena madre”. De esta manera se denuncian las omisiones por parte del Estado y de las organizaciones civiles a pesar de que, en la mayor parte de los casos, el Estado es el generador de los problemas estructurales que enfrenta esta población.

Paralelamente a esta investigación, Sánchez (2016b) estudia en México la construcción social de la maternidad, con la intención de desentrañar los argumentos que apuntan a la fundamentación del modelo hegemónico de maternidad, con el propósito de explicar, desde una perspectiva no tradicional, las relaciones sociales, las contracciones del sistema, y los aparatos ideológicos que operan desde el patriarcado sobre el cuerpo de las mujeres.

La discusión expone que los estudios sobre la maternidad se han diversificado y profundizado debido al desarrollo de las teorías feministas y los estudios de género, que han sentado las bases para entender que la maternidad es una construcción social y cultural permeada por factores económicos y políticos que intervienen en la forma en que esta se ejerce, y se sujeta a acciones disciplinarias y a modelos impuestos para controlar el trabajo, la sexualidad y las capacidades personales.

Además, Sánchez (2016b) plantea que la maternidad no es un hecho natural, aunque involucre procesos biofisiológicos como la fertilidad, pues ha sido condicionada por modelos impuestos que arrebatan la autonomía de las mujeres para decidir sobre sus cuerpos.

De acuerdo con esta misma línea de pensamiento, en el año 2017, se reconoce el estudio realizado por Elizabeth Tagle en Chile, sobre la construcción de la maternidad según el estudio realizado con ocho mujeres-madres, víctimas de violencia intrafamiliar, usuarias de la Casa de Acogida Rebeca Ergas.

Los resultados obtenidos señalan que las mujeres no lograron significar ni reconocer los efectos que mantienen los discursos hegemónicos patriarcales en sus vidas ni en la construcción de la propia maternidad, debido a que se encuentran inmersas en una estructura social que naturaliza el contenido valórico que impone el patriarcado en cuanto configura la identidad de todas y todos los sujetos que se encuentran permeados por el sistema.

Asimismo, y en razón de las manifestaciones que adoptan estos efectos, la autora señala que no existe un cuestionamiento crítico hacia las prácticas tradicionales que moldean las perspectivas de vida y los marcos de acción individuales, ya que la vida de las mujeres ha estado condicionada a la dominación desde la infancia, con sus propios padres o figuras significativas, pues han reproducido el patriarcado, los roles de género y los estereotipos imperantes.

Finalmente, se expone el análisis de Ruíz (2018) realizado en España, el cual se refiere a la situación de las mujeres que además son madres y están en prisión. El objetivo que guio el trabajo fue conocer y validar las impresiones y experiencias de las madres ubicadas en la Unidad Externa Jaime Garralda, en relación con su recorrido penitenciario a fin de averiguar su valoración y sus expectativas sobre las intervenciones desarrolladas con ellas, así como su carácter “reeducativo y reinsertador”.

Los resultados del estudio refieren a la precariedad de la intervención, pues el programa de “reinserción” era incompleto, ya que existían aspectos básicos que no estaban siendo trabajados de forma efectiva. Además, las mujeres internas vivían el proceso como un castigo asociado a una serie de aspectos negativos que trascendían el encierro penitenciario, pues se les culpabilizaba y recriminaba por asumir la maternidad dentro del centro penal.

Según los testimonios recabados, las internas no mostraban cambios de actitud como producto de las intervenciones, ya que sus motivaciones más inmediatas se centraban en su libertad. Contrariamente se suponía que las intervenciones les generarían una serie de cambios en su vida personal o familiar, aspectos ajenos al programa desarrollado que pretendía modificar la visión de la realidad que vivían (Ruíz, 2018).

Además, en cuanto al tema de las adicciones Clari, Gómez y Sainz (2006), realizaron un estudio en España acerca de los problemas de adicción y violencia de las mujeres, obtuvieron la información de entrevistas hechas a profesionales que laboraban en centros especializados en la atención de estos problemas.

Los autores señalaron que los resultados obtenidos mostraron que socialmente las mujeres “adictas” eran percibidas como de clase social baja, desordenadas, descuidadas, con problemas físicos y familiares; además, se les culpaba de su condición de consumidoras por haber roto con su papel de cuidadoras (de sus hijos, su pareja, sus familiares, etc.).

Asimismo, se encontró que, en muchos casos, las mujeres usuarias utilizaban las drogas como mecanismos para afrontar la violencia física y psicológica que recibían de parte de sus parejas. Igualmente, el estudio reconoció que la mayoría de las mujeres adictas a la cocaína iniciaron su consumo al lado de sus parejas, lo que generó, de acuerdo con las entrevistadas, una “doble dependencia física y emocional, por un lado, a la sustancia y, por otro, a la pareja” (Clari, Gómez y Sainz, 2006, p. 162).

El estudio evidenció que el fenómeno de la adicción y la violencia de género eran tratados por separado, lo que provocaba que las mujeres consumidoras, víctimas de violencia, se encontraran en una situación de vulnerabilidad social aún mayor, pues no eran admitidas en los centros de refugio o de atención a las víctimas con problemas de adicción; tampoco en los centros de rehabilitación se atendía el tema de la violencia.

La investigación concluyó que los tratamientos dirigidos a la población consumidora de sustancias psicoactivas estaban dirigidos principalmente a las necesidades, demandas y especificidades de los hombres, lo que demostraba el vacío existente en relación con las intervenciones orientadas a las mujeres.

Del mismo modo, la investigación realizada en México por Galván, Loyola, Romero y Saldívar (2010) documentó las barreras existentes en relación con el tratamiento de adicciones de mujeres en prisión, con el fin de entender algunos aspectos relacionados con el acceso a los tratamientos de esta población y a su permanencia en ellos. Con ese propósito se entrevistó a 213 mujeres encarceladas.

La información que se obtuvo a partir del estudio muestra que muchas de las mujeres participantes no buscan ayuda o tratamiento para su consumo problemático debido a que experimentan sentimientos de culpa y miedo, pues temen perder a sus hijos e hijas y a no ser aceptadas por sus familiares o pareja, lo que ocasiona que pongan en riesgo su propio bienestar con tal de sentirse parte de su grupo social (Galván et al, 2010).

En relación con las barreras institucionales que las mujeres identifican y que provocan que no acudan a programas que las ayuden con sus adicciones se destacan el desconocimiento de la ubicación y los servicios que ofrecen, la desconfianza que sienten hacia las y los profesionales y, por último, la presencia de hombres usuarios en el centro. Finalmente, Galván et al (2010) proponen que se deberían ofrecer talleres para el manejo de las emociones y la impulsividad, dirigidos a esta población.

En cuanto al fenómeno del consumo de drogas en contextos de marginalidad y exclusión social en Chile, Rojas (2013) se propuso resignificar el concepto de consumo de drogas desde el discurso de los sujetos consumidores en situaciones de marginalidad social. Los resultados obtenidos a partir de su investigación demuestran que, desde las políticas públicas, las medidas para la atención del consumo de drogas están dirigidas a la población que se encuentra en contextos de marginalidad, pues “los controles de identidad y registro de porte de drogas, allanamientos y estigmatizaciones se realizan mayoritariamente en los sectores más empobrecidos del espacio urbano” (Rojas, 2013, p. 59), lo que ocasiona que se dé una mayor estigmatización social hacia estos sectores y, al mismo tiempo, una omisión del fenómeno en los sectores dominantes del país.

De igual forma, el investigador indica que se ha individualizado la problemática y se le adjudica únicamente al sujeto la responsabilidad y la culpa de su condición, lo que provoca que el fenómeno se encierre en la esfera privada, cuando debería ser un problema público.

A raíz de los hallazgos del estudio, Rojas (2013) concluye que la exclusión social presenta nuevas formas de marginalidad pues, además del estigma de “pobre”, se le suma la etiqueta de “drogadicto”, dejando de lado que este fenómeno está mediado por una serie de determinantes que el sistema perpetúa. Esto genera una desvinculación social de la persona y una culpabilización interiorizada.

Por otro lado, Abdallah y Berrocal (2012) analizaron el origen y las transformaciones de la participación del Trabajo Social en la Política social costarricense para la atención de la farmacodependencia, durante el período 1986-2010. La población meta fueron los y las profesionales en Trabajo Social y en Psicología que laboran en el Instituto sobre Alcoholismo y Farmacodependencia (IAFA), el Instituto de control de Drogas (ICD), el Ministerio de Educación Pública (MEP) y Hogares Crea Costa Rica, pues el estudio se centró en recuperar las principales características de la intervención profesional en esas instituciones.

Los resultados demostraron que las reformas que ha enfrentado el Estado desde 1986 hasta el 2010 han afectado la orientación de las políticas sociales y, por ende, los procesos de trabajo de las y los trabajadores sociales que las aplican. Además, evidenció que no se cuenta con una base de datos que sustente el trabajo profesional de las y los trabajadores sociales en el campo de la farmacodependencia, porque generalmente no documentan sus intervenciones.

Se identificó también que, en el ámbito nacional, las actividades orientadas a la cuestión de las drogas se han centrado en el control del narcotráfico y se han dejado de lado las acciones preventivas en relación con el uso y abuso de sustancias psicoactivas. Finalmente, se demostró que la problemática de las adicciones es un fenómeno multicausal, en el que influyen el contexto socioeconómico en el que se desarrolla la persona, la predisposición bioquímica a las adicciones y las características personales (Abdallah & Berrocal, 2012).

En el ámbito nacional, Jiménez, Redondo, Vargas y Zúñiga (2014) investigaron acerca de los resultados y el impacto de las intervenciones realizadas por un equipo interdisciplinario en personas con problemas de abuso y dependencia a sustancias en el Hospital William Allen de Turrialba. Para desarrollar el estudio distintos profesionales en las áreas de Farmacia, Psicología, Psiquiatría y Trabajo Social entrevistaron a pacientes con consumo problemático que aceptaron ser parte de un programa orientado a la atención de las adicciones. Posteriormente, se analizaron 103 expedientes de las y los usuarios del servicio, y se encontró que el 78 % había logrado mantenerse en abstinencia durante un periodo prolongado.

Entre los resultados más sobresalientes, se destaca el hecho de que, a pesar de los esfuerzos realizados, un 43 % de las y los usuarios referidos al Hospital no asistieron a la primera consulta de Psicología y un 18 % a la de Trabajo Social.

Asimismo, se identificó que el programa obtuvo resultados positivos en la reinserción laboral o educacional, y en la estabilidad familiar de las personas participantes. A raíz de esto, se concluyó que, durante los dos años y medio de implementación, el programa logró un 78 % de efectividad, pues había enfocado su atención en la promoción, prevención, detección, tratamiento, “rehabilitación y reinserción social” (Jiménez, et al, 2014).

Aunado a lo anterior, Galaviz (2015) desarrolló, en casos de mujeres mexicanas en adicción, un análisis sobre la centralidad de la dimensión social, para estudiar el detonante potencial de comportamientos adictivos y de los estigmas que pesaban sobre ellas; también utilizó estos criterios como variables que permean su diagnóstico y tratamiento. Con ese propósito realizó observación participante en cinco centros de atención para mujeres con consumo problemático e hizo trabajo de campo intensivo en un centro que utiliza el modelo de Narcóticos Anónimos, y otro con una visión cristocéntrica, lo que permitió que la investigadora pudiera convivir con 90 mujeres en total.

Los resultados más significativos mostraron que tres de las instituciones encargadas de atender las adicciones en Baja California rechazan el ingreso de mujeres; y las que sí las admiten poseen visiones estereotipadas en relación con los roles de género, por lo que se determinó que reproducen esos estigmas durante los tratamientos, situación que se agrava aún más en los centros cristianos (Galaviz, 2015).

Por lo tanto, se concluyó que es urgente capacitar al personal que trabaja con estas mujeres, con el fin de superar las visiones de mundo moralistas y revictimizantes hacia la mujer “adicta”, para que las intervenciones profesionales se orienten a la transformación de las desigualdades de género impuestas socialmente.

Finalmente, Blanco y Jiménez (2015) investigaron los factores de riesgo que influyen en la recaída del consumo de drogas lícitas e ilícitas en adolescentes atendidos en el IAFA. La población objeto de estudio constaba de 101 adolescentes (68 hombres y 33 mujeres), con edades entre los 12 y 17 años, quienes, en su mayoría, presentaban un nivel bajo de escolaridad de acuerdo con sus edades.

Los resultados mostraron que la mayoría de los las jóvenes solicitó atención por su consumo de marihuana. En segundo lugar, por consumo de cocaína. Además, el lapso promedio entre el cese del consumo y la recaída fue de tres meses y medio (Blanco y Jiménez, 2015).

Las investigadoras subrayaron como diferencias importantes entre hombres y mujeres que las jóvenes presentaban mayores niveles de ansiedad, depresión y estrés y que, además, mostraron puntajes más altos en la búsqueda de sensaciones positivas (con el uso de las drogas) y estados físicos negativos.

A partir de los datos mencionados, Blanco y Jiménez (2015) concluyen que el apoyo social y familiar percibido por las y los jóvenes constituyen factores protectores para evitar la recaída. Además, se determinó que las y los entrevistados utilizaron pensamientos positivos sobre los beneficios de la abstinencia y pensamientos negativos acerca del consumo, como formas de enfrentar las situaciones de riesgo ante posibles recaídas.

Las investigadoras plantean, también, la necesidad de desarrollar acciones enfocadas en la prevención del riesgo, con el propósito de “educar sobre los efectos reales del consumo y lograr así una adecuada prevención no solo de recaídas, sino también de inicio de la conducta a edades cada vez más tempranas” (Blanco y Jiménez, 2015, p. 156).

Conclusiones

A partir de la revisión y análisis bibliográfico de los diferentes textos se reconoce, en primer lugar, que las condiciones sociomateriales de vida determinan la realidad enfrentada por las mujeres, pues refuerzan la violencia sistemática que coloca a la población femenina en contextos de desigualdad.

En segundo lugar, se problematiza la maternidad dentro de este marco, y en concordancia con las autoras y autores, como un constructo social que le asigna a la mujer un determinado modelo, basado en una supuesta cualidad inherente a la naturaleza femenina, que considera el cuido de las y los hijos como una responsabilidad exclusiva de las mujeres.

No obstante, a pesar de que la maternidad involucra procesos biofisiológicos, es la sociedad la que legitima, mediante instituciones como la familia, la iglesia y el sistema educativo, el perfil ideal del “deber ser” y la expresión de “buena madre” mediante acciones permitidas o esperadas, que constituyen un modelo hegemónico de maternidad fundado en su razón de ser para la otredad.

En este sentido, aparecen los discursos hegemónicos, a los que refiere Tagle (2017), pues a partir de lo anterior, la maternidad se concibe desde la experimentación de la culpabilidad, lo que permite ejercer control sobre los cuerpos femeninos y provoca que los discursos sean naturalizados y reproducidos socialmente.

La interiorización de estos discursos se convierte en una carga social a partir de la cual las mujeres se autodefinen bajo connotaciones negativas que refuerzan la obligación a la que se enfrentan, pues aunque expresen que no se encuentran “preparadas y capacitadas” para asumir la maternidad, deben hacerlo.

Por lo anterior, los fenómenos sociales que involucran a las mujeres deben ser estudiados y explicados a partir de sus propias experiencias con la intención de revelar realidades que han sido silenciadas por el sistema patriarcal-capitalista.

Las mujeres - madres con dependencia a sustancias psicoactivas denotan parte de esa complejidad invisibilizada, porque la estigmatización hacia ellas oculta el carácter médico de su condición, sobre todo cuando no se reconoce su condición como una enfermedad y, simultáneamente, se obvia la relación entre pobreza-marginalidad-consumo de drogas.

Como tercer punto se concluye que el Estado ha experimentado un grave deterioro en relación con las políticas sociales, pues los estudios analizados demuestran la desatención del fenómeno de la maternidad en condiciones de adicción y pobreza y, en consecuencia, se da una tercerización de ese proceso: se le otorga la responsabilidad de intervenir en la problemática a las ONG o a otras instituciones privadas. Esto posibilita que los abordajes realizados adopten metodologías de trabajo carentes de criterio técnico-profesional y, por ende, en ocasiones perpetúan procesos de revictimización hacia las mujeres, lo que debilita la existencia de intervenciones integrales.

Referencias bibliográficas

Abdallah, Gloria y Berrocal, Ana. (2012). El Trabajo Social en la Política Social Costarricense en el campo de la farmacodependencia: origen y transformaciones históricas. Universidad de Costa Rica, sede Rodrigo Facio. Recuperado de: http://www.ts.ucr.ac.cr/binarios/tfglic/tfg-l-2012-02.pdf

Arroyo, Leyla María; Canseco, Mariana; Castillo, María Guadalupe y Belmont, Aurora. (2012). Madres adictas: determinación de niveles de drogas y evaluación del crecimiento y desarrollo de sus hijos en los primeros seis meses. Instituto Nacional de Perinatología Isidro Espinosa de los Reyes. Volumen, 26 (3), pp. 180-186. Consultado en. http://www.scielo.org.mx/pdf/prh/v26n3/v26n3a3.pdf

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