La tía loca

Ligia Isabel Salazar Chavarría Talleres de Escritura Mágica con Aurelia Dobles.

Guanacaste, 2020

Sí ya vieron… lo loca que estaba. Ahora sí claro.

Vengan los viernes por sus canastas de vegetales, hortalizas y frutas orgánicas de la finca.

¡Qué loca!, ¿producir tu propia comida?

¿Para qué?, me decían.

¡Ahora entienden! Ahora que no podemos salir a la calle, que muchos negocios abren restringidamente, que falta la comida, entienden la importancia de tener nuestras propias huertas, ser autosuficientes, aunque sea un poco, con las hojitas verdes que nos comemos.

¡Cómo es posible que tengan jardines tan grandes solo con zacate!

¡Yo soy la que no lo entiende: gastadera de agua ¡y andá a comer zacate! ¿Qué, es que no podés tener ni tu culantro o perejil sembrado?

Cuando una siente esa mezcla de orgullo, felicidad y autorrealización al salir a la huerta, se cortan las hojitas verdes y se regresa a comérselas inmediatamente. La ve en el plato y recuerda cuando la sembró, la regó y ahora con toda esa energía del sol y la tierra me la como… nada más rico.

Hacerme el fresco con mis limones. Hacerme el batido con mis moras. Hacerme el guacamole con mis aguacates.

¡Ahá! Pero yo estaba loca.

¿Para qué vivir tan lejos si podés vivir en un apartamento en la ciudad?

Sí, esa loca está feliz ahora, salgo a caminar a la montaña y al río con mis perros grandes que puedo tener porque vivo con espacio.

Ando por la finca viendo, atendiendo las huertas, mis arbolitos, la compostera, los fermentos y las lombrices. Tengo las manos llenas de tierra, sudo y no se me borra la sonrisa

Sí, locos ustedes ahora encerrados como ratones sin poder salir de su moderno edificio con sus perritos enanos.

“Hija, estás loca de quedarte sola, venite a nuestra casa, mijita, que una mujer no debe vivir sola”.

Pobre papá, cómo sufría imaginándome aquí “sola”, como decía él.

¿Sola es estar sin papá, marido, hermano o hijo…un hombre?... “Una mujer sola es desvalida, se pueden aprovechar de ella…”

No, papá, gracias, no me voy a vivir con ustedes, en verdad les agradezco mucho, si quieren les puedo hacer una casita a ustedes acá en la finca y se vienen con mamá, pero yo aquí me quedo. Mis muchachos están estudiando fuera unos años más y cuando regresen pues, a lo mejor querrán vivir aquí conmigo, se harán sus casitas, no lo sé. Aquí tengo al guarda, su familia, las cámaras, los perros, la alarma y seguridad comunitaria con los vecinos. Me da más miedo vivir en la ciudad. No te preocupés, papá, aquí estoy segura.

No estoy loca, divorciarme fue lo mejor que pude hacer, en especial por los chiquillos. Lo hice por mí, pero también por ellos, vivir en una casa con una relación tóxica no es saludable, para nadie. Sí lo quise mucho, pero se volvió insoportable, yo quería estudiar y dedicarme a mis matas.

A mis hermanos les va muy bien. Cada uno tiene su vida y nadie se mete con ellos.

Conmigo todos opinan. Sí creí en el amor, el gordo parecía una persona normal y equilibrada. Pero al final no lo fue. Los primeros años fueron lindos, pero después ya no. Basta, me quedo en la finca, aquí soy feliz con mis huertas, mis gallinas, el vivero, vendiendo en la feria. Sé que les da un poco de pena la cosa, volver a la tierra y sembrar es mal visto, es “retroceder” para ustedes.

¡Ahá! Pero yo estaba loca por defender las semillas criollas, por ir a marchas contra los transgénicos e ir a las ferias orgánicas y gastar tanto tiempo en eso. Aquí tengo mis semillas, de maíz, frijoles, hojas verdes, ayotes, tomates, chiles, camote, todas producidas en la finca o intercambiadas con otros locos como yo que creemos en la soberanía alimentaria. ¡Andá a ver dónde conseguís semillas ahora!

Aquí tengo jaleas, encurtidos, fermentos de kimchi, de repollo y salmueras para todos. Vengan y mándenme a los sobrinos hípster y millenials para que aprendan a sembrar, a cuidar la tierra y a cocinar.

En este momento nos damos cuenta de lo que hay que cambiar, esta pandemia es una oportunidad para rehacer nuestro estilo de vida.

Vengan donde la tía loca, aquí comeremos juntos, juntos sembraremos y alguno de los millennials me ayuda a hacer una página web para vender mis semillas en línea.

No, no estoy loca. Volver a la tierra es necesario, es una forma de vida. Aquí estoy feliz con la cocina de leña y mi horno de barro, alquilo las casitas, estoy haciendo un espacio para dar cursos. No molesto a nadie. Soy sostenible, de hambre no me moriré.

No estoy enojada papá, no lo hago porque ando brava. Solo porque soy feminista y ecologista no quiere decir que estoy loca y enojada con la vida.

Al contrario, papá, soy la que vive la política día a día consecuente con nuestra forma de ser.

Vos me enseñaste eso.

No estoy loca.

Soy una guerrera.