Resumen
En El lenguaje político de la angustia moral, parte I, propuse un marco de justicia social para comprender la angustia moral. La angustia moral se define como “la experiencia de verse seriamente comprometido como agente moral al ejercer de acuerdo con los valores y estándares profesionales aceptados. Es una experiencia relacional moldeada por múltiples contextos, incluido el contexto sociopolítico y cultural del entorno laboral” (Varcoe, Pauly, Webster y Storch, 2012, p. 59). En la parte I, argumenté que debemos politizar la noción de angustia moral mediante una reflexión crítica sobre sus raíces en contextos sociales, culturales, políticos y económicos más amplios e interrelacionados. En lugar de individualizar la angustia moral como insuficiencia o debilidad, sugerí que consideremos cómo la injusticia sistémica y estructural nos afecta como trabajadores sociales y como ciudadanos. Esto incluye el papel de la injusticia y la violencia estructural en nuestra salud mental y el consumo de sustancias. En este artículo, exploro mi experiencia vivida de angustia moral y propongo la defensa colectiva como una forma de contrarrestar la impotencia e ir más allá de la individualización de la lucha ética para reconocer la angustia moral como un problema colectivo.
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